¿Duermes bien o te cuesta conciliar el sueño? ¿Has pensado que igual el problema está en tu almohada? La calidad de un buen descanso depende de varios factores y uno de ellos, es la almohada. Por eso en esta entrada de blog, hablaremos sobre la almohada ideal para una buena noche de sueño.
¿Cuál es la almohada ideal?
La almohada es un elemento clave y el complemento perfecto para el descanso. Pero, ¿cómo elegir la almohada correcta? Aquí damos algunos consejos para que aciertes con tu elección:
• Si duermes boca abajo:
La mejor opción es una almohada baja (10 cm) o incluso dormir sin almohada, para evitar forzar el cuello al girarlo.
También puedes optar por una almohada de plumas o plumón, que son blandas y se deforman fácilmente.
• Si duermes de lado:
Necesitas una almohada medio-alta (15 cm) y firme, que mantenga la cabeza y el cuello bien alineados con el eje de la columna.
Una buena opción es una almohada de látex, que ofrece una buena sujeción y es ideal para personas alérgicas.
También puedes probar una almohada cervical, que deja un hueco en la zona de la cabeza y se adapta al contorno del cuello.
• Si duermes boca arriba:
Te conviene una almohada mediana (12-13 cm) y de una dureza media, que sostenga la cabeza sin elevarla demasiado.
Puedes elegir una almohada de fibra, que es fresca, o una almohada viscoelástica, que se amolda a la forma de la cabeza y del cuello.
• Si duermes de diferentes posiciones:
Si eres de esas personas que por la noche se mueve constantemente y no tiene una posición fija para dormir, entonces, la mejor almohada es aquella que sea flexible. Debe ser lo suficientemente flexible para adaptarse a tus movimientos toda la noche.
Las almohadas rellenas de plumas son una excelente opción.
Esperamos que puedas elegir la almohada ideal para una buena noche de sueño, siguiendo estos tips. Es importante complementar la almohada con una funda que se pueda quitar y lavar, para mantener la higiene y evitar los ácaros.
Recuerda que la almohada es un elemento clave para tu bienestar, y que debes cambiarla cada dos o tres años, según el uso y el desgaste.
No escatimes en calidad, y elige la almohada que mejor se adapte a tus necesidades. Tu salud y tu sueño te lo agradecerán.
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